En esta carta hay una historia de cuando adopté a dos perros que, si la entiendes,
al margen de que busques un educador o no,
es casi seguro que te ayuda a mejorar la convivencia con tu perro.
Hace quince años traje dos pastores alemanes a mi vida… La historia del Yeti i Godzilla
A ver, me refiero a dos perros de raza pastor alemán, no que me hubiese ido a alemania a
secuestrar a dos señores pastores de ovejas, puntualicemos.
Se llamaban Coco y Shira, tenían 4 meses y los compré en un criador
( en aquel momento de mi vida no tenía la visión que tengo ahora, sobre la tontería que es,
hacer pasar a una perra una y otra vez por partos dolorosos e interminables para que luego
se lleve el disgusto encima, de quitarle uno tras otro a sus cachorros)
No veo la necesidad ni para el cachorro ni menos para su madre pero bueno, solo es mi opinión como madre…
Como te decía, compré dos cachorros, imaginándome nuestra vida de ensueño.
Te la dibujo, era más o menos así:
Chimenea, lloviendo, sofá,manta y peli.
Ellos dos por supuesto, tranquilos durmiendo a mi lado como en los anuncios de gas natural
en que fuera está nevado y no sé aún por qué las luces de la ventanas son naranjas, se
respira armonía, calma, ambiente cálido, acogedor…
Y por el día largos paseos por la montaña viéndolos correr felices al viento.
¿Suena bien verdad?
Creo que es la imagen que todos tenemos cuando decidimos traer un perro a nuestra vida.
¿Y cuál fue la puñetera realidad?
Pues que tomaron la cocina como su WC, hacían agujeros en el jardín donde antes había
una alfombra de césped y cuando no mirabas, se comían lo que pillaban por el armario.
Hasta aquí todo bien, ya me habían dicho que los primeros meses eran durillos, así que
estaba preparada. Para lo que no lo estaba, era para lo que vino después.
En fin, a lo que vamos, llega tu cachorro monísimo, un ángel oye, en la calle todos lo
quieren tocar y no tiene problemas con ningún perro, y claro, tú, te confías y dices eso de…
“Este perro me ha salido bueno”.
Yo pensé lo mismo, y al cumplir los ocho meses parecían el Yeti y Godzilla, tiraban de
la correa que solo me faltaba ponerme patines.
Cuando se cruzaban con perros acababa agarrada a una farola.
He visto personas agarradas a farolas pasando la noche con mantas y todo, esperando que
pasen las manadas de jabalíes, gatos y los perros de todos los vecinos que entre unos y
otros ya no sabes ni a qué hora salir…
O sea, que lo que te imaginas, esa imagen bucólica de chimenea, peli, sofá y manta es lo
único que te consuela porque cuando sales a la calle se transforman en trogloditas.
Lo que no sabía entonces, es que es lo habitual a partir de los ocho meses, ya que entran
en la adolescencia y hacen lo que les da la gana.
Después de aquello, pensé en contratar un profesional para que me ayudase pero al final lo
hice mejor, me formé yo, para ayudar a mis perros, y me gustó tanto, que me acabé
dedicando a esto de ayudar a las familias a entenderse con sus perros, que es de lo que va
al final todo esto.
No de que el perro haga el pino puente cuando le pegas un grito.
¿Y DE QUÉ VA, ME DIRÁS?
Más bien de entender qué piensa tu perro, cómo se siente emocionalmente y sobre todo que te dice en su idioma, para que no acabe pensando que tienes un Toc o eres disléxico,más que nada porque cambias las palabras cada vez que le pides la misma cosa o te obsesionas repitiendo como un loro a gritos, diferentes palabras sin sentido para él.
Si quieres conseguir una vida familiar sin gritos ni enfados
disfrutando de convivir con tu perro en calma y en cualquier lugar,
aquí te explico cómo vamos a hacerlo.
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