Mira,
pocas cosas me dan más rabia que intentar tener una conversación con alguien y que no entienda lo que intento decir,
no me malinterpretes, no espero que me den la razón ni que estén de acuerdo conmigo,
pero que me escuchen y razonen lo que estoy diciendo, al menos eso sí.
¡Por Dios! que me escuchen.
Y la gente no escucha,
se mira su ombligo,
te mira,
hace como que te escucha,
y sigue con su diálogo para besugos como si oyera llover…
Como preguntarle a alguien si le gusta la sopa y que te conteste las tres y cuarto.
Esto lo he vivido con alguna pareja,
y también lo veo constantemente en la calle entre las personas…
y entre personas y perros ya, ni te cuento.
Y es que los perros se desgañitan en sus intentos de que sus humanos entiendan lo que tienen que decirles pero,
creo que aún no se han enterado de que los perros hablan.
Y hablan por los codos.
Como loros.
Todo el tiempo.
Y mira que lo intentan.
Como tener un periquito que se siente solo y no para de mirarse y hablarle al espejo
esperando que su imagen le conteste.
El día que la gente entienda que TODOS los animales hablan, habrá una conmoción en el
planeta, que cambiará el ángulo desde donde están viéndolos,
en especial a los perros que son quienes conviven con nosotros.
Tal vez entonces entiendan que dentro de ese perro, periquito, tortuga…
Existe un ser con emociones y un lenguaje que tiene todo el derecho de ser tratado como
un igual y ser escuchado.
Y es que, ¿te imaginas convivir con alguien con quien no entiendes una palabra de lo que te dice?
Que frustrante suena…
¿Que te pida que le pases el agua y que se cabree contigo cuando le pasas la sal?
Y que después de esto, te castigue encerrándote en el baño por haberte equivocado.
¿Te imaginas?
Pues esto lo vive tu perro, cada día.
De locos.
No sé cómo nos aguantan.
Y después la gente se horroriza cuando muerden a la persona con la que conviven.
A mí, ya me habrían eutanasiado porque con mi carácter ya habría mordido a más de uno…
Llámame rara, pero yo creo que nadie tiene el derecho de sentirse superior a los demás,
y no escuchar a los animales les hace sentir que no cuentan sus sentimientos.
Y crea frustración.
Y tristeza.
Y “problemas de comportamiento”… Que ha creado la misma persona que convive con el perro por no escucharlo.
Yo no he castigado nunca a mis perros, no hace falta cuando entiendes cómo se siente y puedes anticipar lo que ocurrirá a continuación si no cambias esa emoción.
Es cómo conocer muchísimo a tu pareja, que con solo mirarla ya sabes cuando se va a
cabrear y cómo puedes evitar que llegue a pasar eso,
anticipando y cambiando situaciones para desviar el conflicto.
Es lo que tiene haberme divorciado tres veces, que ya tienes un máster e psicología.
Pues con los perros es igual, y también se aprende.
Si quieres saber cómo conseguir ir a comprar el pan con tu perro, ir a una terraza de birras
sin que salga la mesa volando, a la ciudad a pasear o a correr a la montaña libre y sin sufrir
porque se pierda, le muerdan o la líe parda,
puedes aprender cómo lo hago yo, para disfrutar cada segundo de mi vida con los perros.
CLASES PARA APRENDER A VIVIR EXPERIENCIAS INCREÍBLES CON MI PERRO