Mira,
A veces, por mucho que nos esforcemos por hacer las cosas de la mejor manera posible, no lo conseguimos.
Y no lo conseguimos porque la vida que va a su rollo y no nos pregunta cómo queremos nosotros que sea, simplemente sigue su curso como la corriente de un río.
A veces podemos prever que va a pasar y muchas otras no.
Por eso, aunque intentemos anticipar los problemas para que no nos pillen desprevenidos, ( para los que necesitamos tenerlo todo controlado es un estrés constante estas cosas…) pues no lo conseguimos nunca.
Te voy a contar la historia de una familia que hizo absolutamente TODO lo posible para anticipar todas las posibilidades de que algo se torciera cuando trajo a vivir a su cachorro a su casa.
En principio lo hizo todo bien,
contrató clases desde cachorro, aprendió a comunicarse con él con las palabras clave para que le entendiera, leyó sobre las señales de comunicación que utilizan los perros…
Un 10 oye,
nada que decir.
Este perro y su familia, vivían en Barcelona, y pasaban el finde aquí en L’Ametlla, por esto entrenamos desde aquí que es donde está Chamán.
Cumplió el año y aunque se había criado en la ciudad, de repente empezó a no querer andar por la calle.
El chico me llamó preocupado pensando que su perro le tomaba el pelo, ya que vivía en la ciudad desde los tres meses, pero lo cierto, es que los perros como seres altamente sensibles que son, perciben los ruidos y el movimiento ( el de los coches y sirenas) infinitamente con mayor intensidad que nosotros, así que es normal que de repente no haya podido gestionar sus emociones y haya petado empezando a crearse un estrés por miedo.
Esto es como si te vas a vivir al lado de la M30 de Madrid, osea que hay un ruido de la leche, y pueden pasar dos cosas:
La primera cosa es que tu perro se tire por la ventana porque no aguante el ruido constante que martillea en su cerebro, como el gota a gota de la tortura china esa que dicen.
La segunda cosa es que se acostumbre al ruido, deje de prestarle atención y llegue un momento que vaya por la calle como el sordo de No me chilles que no te veo, ( una peli que los de mi edad entenderán… los jovencitos ya no) y cruce la calle sin mirar ni si vienen coches.
Yo, que tengo la manía de mirar las caras de los perros con los que me cruzo, siempre me fijo en las emociones que transmiten sus caras y si que es verdad que algunos perros de ciudad parece que pasean tranquilos, pero infinidad de veces lo que veo son caras preocupadas y lo que es peor, las caras de sus humanos que van al otro extremo de la correa ( como el libro que recomiendo muchísimo por cierto…) totalmente ajenos a como se siente su perro.
Es decir, que no se ha enterado del calvario que está viviendo cada vez que sale a la calle únicamente porque no ladra, aunque la procesión va por dentro.
Por esto se acaban creando TODOS los problemas de comportamiento ( o casi todos…) en la convivencia.
Para ayudar a las familias a prever y solucionar los problemas que se van a dar o ya se han dado, he creado las visitas de gestión emocional en las cuales utilizo flores de Bach y aromaterapia, además por supuesto de todas las pautas y ejercicios que se necesiten en cada caso.
Para los que quieran entender por qué su perro hace las cosas que le desesperan y cómo ayudarle a encontrar la paz y de paso la suya.
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