Vivir en Vietnam

El otro día estuve en casa de un cliente.

Me llamaron porque tenían un problema con dos, de sus tres perros.

Los tres eran American Stanford. 

Hay dos palabras que cuando entran en mi mente me preocupan un poco. 

Bueno, hay muchas más, pero estas dos hacen que se me encienda la luz roja y empiezo a 

respirar como si hubiese acabado de correr una maratón.

Una es problema, hasta aquí todo normal,

y la otra es American Stanford.

Y las dos juntas me hacen ir a buscar directamente el maletín de flores de Bach y todo mi 

arsenal de herramientas de educación canina adquiridas en estos quince años.

También podría llevar el manual bajo el brazo de traducción canina, humano-perro, pero aún 

no lo he escrito. Estoy en ello.

El caso es que me llamaron porque dos de los tres perros que habían vivido juntos desde 

niños ( o cachorros que para mí es lo mismo) “de repente” se empezaron a pelear.

Y cuando se pelean dos American, te aseguro que no es como cuando se pelean dos 

chihuahuas, que los levantas con el mango del paraguas y  los dejas colgando 

desgañitándose, hasta que se calman ( Esto no lo aconsejo hacer, la verdad, más que nada 

porque todos tenemos el derecho de que nos escuchen y entender por qué berreamos, pero 

bueno…) 

Como te decía, tenía que valorar un “de repente” como les llamo yo.

¿Y por qué les llamo DE REPENTE? 

Pues porqué aunque no entiendas por qué ocurre, nada ocurre ni por casualidad, ni por de 

repente, ni porque se ha vuelto loco. 

Las emociones desequilibradas hacen que unas veces explotemos por gilipolleces y otras 

veces porque se nos hinchan las narices de tanto tocarlas, o  lo que es lo mismo, que llega 

un momento en que nos hartamos de que nos traten mal y  lo explicamos.

El caso que me encontré fue este:

Pareja chico- chica, 

podría haber sido chico-chico o 

chica-chica, que en cualquiera de los dos casos suele ser 

mucho más fácil de que entiendan las cosas, pero bueno, no voy a entrar aquí.

El caso es que me recibió (de hecho fue ella la que me llamó) la chica,

amable, dulce, de esas personas que cuando hablas te escuchan y al menos razonan lo 

que les estás contando.

Luego me presentó a su pareja, un chico de esos duros que creen que si no pegas un 

berrido, no te oyen, más que nada porque es lo que le han contado que tienen que hacer 

para que le respeten. 

Luego resultó ser un encanto que escuchaba y entendía lo que les explicaba, 

pero nada más llegar empecé a vislumbrar donde se había originado el problema.

El caso es que como muchísimas veces en que me llaman, los problemas los creamos 

nosotros, simplemente por no ser amables con nuestros perros cuando les pedimos que 

hagan “cosas” o que dejen de hacerlas.

Además de entender que debemos traducir palabras clave para que entiendan lo que les 

pedimos para no volverlos locos, primero gritando y repitiendo mil veces lo mismo 

y luego ya castigando por no conseguir explicar lo que nos está molestando.

¿El resultado de esto? 

Pues que si tienes un chihuahua desquiciado porque piensa que vive con un anormal que 

no sabe comunicarse, lo peor que le va a pasar es que acabe colgado del mango de un

paraguas, pero si se acaba estresando un American porque está hasta el moño de que le 

griten, le castiguen si entender por qué y encima se comuniquen con él como un japonés 

cabreado, pues que quieres que te diga,

no sé cómo no hay más perros que le arrancan la cabeza al humano con el que conviven.

En este caso, lo que estaba pasando era que había un mal rollo en casa, 

y un desorden en la manera de comunicarse,

que ni en un mercadillo en Filipinas en qué les hablas en español mientras regateas,

esperando que te entiendan.

Al final, se solucionó simplemente enseñando a sus personas ( las de los perros se 

entiende) a comunicarse en un tono de voz amable, 

traduciendo palabras CONCRETAS asociadas a una acción para comunicarse mejor 

y una terapia con flores de Bach para ayudar a ir más rápido en equilibrar las emociones y 

devolver la armonía y la calma a la mal estructurada manada.

Por supuesto con nuevas pautas para relacionarse acabamos de hacer el trabajo.

El resto se puso en su sitio poco a poco.

Fue un trabajo muy bonito porque si no, uno de los perros se habría ido a la perrera.

Si quieres saber qué puedo hacer por vosotros para que disfrutéis de una relación fantástica 

para que podáis  ir juntos a todas partes,

AQUÍ.

SERVICIOS DE EDUCACIÓN CANINA AMABLE

MÁS PARA TÍ QUE PARA TU PERRO

BUENO , PARA LOS DOS.